25 oct 2015

No hay amor para Carmela

De un trago, Carmela se bebió un tercio de su Eristoff Black. Estaba borracha. Era un sábado por la noche y estaba muy muy borracha.
Su intención no fue nunca terminar así. El alcohol debía haber sido un pequeño empujón; nada más. Se había puesto su vestido negro nuevo, ese por el que pagó un poco más de lo que siendo razonable se podía permitir. Se había maquillado siguiendo los consejos de una blogger profesional, con un resultado, desde su punto de vista, difícil de mejorar. Se había mentalizado de que estaba guapa y de que, ¿por qué no?, aquella iba a ser una buena noche.
Se encerró en el baño y, después de mear por cuarta o quinta vez, rompió a llorar delante del espejo que reflejaba el fracaso más absoluto. Se le corrió el rímel y aunque se aplicó unas toallitas casi milagrosas, cuando salió otra vez a la acción se notaba algo raro alrededor de sus ojos.
Allí estaba, en la pista de baile, o mejor dicho, en el escaparate donde ella y las amigas se movían y se dejaban ver hasta que un tío o un grupito de tíos se les acercasen como moscas a la mierda para ver si conseguían algo.
Después de una hora y media sin detener sus pies, el resultado era el conocido: triste y borracha como una cuba, mientras alguna de sus amigas sí había conseguido ligar y, las que no, o tenían un novio al que verían a terminar la noche o parecía no importarles acabar solas porque, al fin y al cabo, ¿qué más daba una noche sin ligar si lo habían hecho lo anterior o lo harían la siguiente?
Pero no era el caso de Carmela. Carmela no ligó el finde anterior ni el anterior ni... sabe dios cual había ido el último, y no llevaba trazas de hacerlo hasta que el infierno se helase.
El motivo era sencillo. Carmela era buena persona. Amable y generosa hasta el empalago. Sería una novia complaciente y entregada; la nuera que toda madre desea.
Un encanto de chavala.
Pero todo eso no sirve de nada cuando pesas quince quilos de más, cuando tu cara no es del todo agradable, tus piernas parecen un embudo y ni siquiera las tetas van acorde con el restante exceso de masa. Le gustó mucho el dulce durante la adolescencia y nunca fue ella de hacer deporte, y ahora era demasiado tarde para cambiar. Las dietas exprés de nada valían. Ella nunca sería Bar Refaeli o Sara Carbonero. Di Caprio o Casillas jamás se fijarían en la buena de Carmela.
Pertrechada con otro Eristoff Black, se movió ridículamente y trató de ser una más del grupo, aunque ella jamás sería una más. Nunca las miradas de uno de esos chicos irían dirigidas a Carmela.
Por eso bebió rápidamente. Era beber o pensar. Y si pensaba lloraba. Y estaba hasta el coño de llorar.
Además la bebida era su última esperanza. La esperanza para bajar el listón y aceptar ser follada por un chico horrible y desesperado como ella. Si el príncipe azul no aparecía —y no tenía por qué aparecer jamás—, al menos podría encontrar el amor de la forma a la que aspiraba una gorda fea y sin morbo: follando con cualquiera en cualquier pisucho o en cualquier portal o en cualquier coche y después si te he visto no me acuerdo. Y quizá mejor no haberte visto.

3 comentarios:

  1. Tan, tan real que me ha conmovido. Y no sólo por lo real, sino también por el tema en sí. Siempre me ha molestado, y cada vez más, la forma en la que las personas deshechan a otras personas por su aspecto físico. Y habrá quien diga que soy hipócrita, que seguro que yo, al final, no me iría con alguien como Carmela. Y puede que no... o puede que sí. Todo depende de la persona y la persona no sólo es el físico. He estado con figurines cuya conversación al día siguiente producía naúseas, amén de que su egocentrismo no hacía que el sexo fuese precisamente generoso. Y también he estado con lo que algunos definirían como "bichos" y puedo decir que algunas de las mejores cosas que me han hecho me las han hecho esos bichos. Total, que hayá cada cual. Lo siento por la pobre Carmela.
    Me ha encantado el relato, tío. Muy bien redactado y muy bien explicados los sentimientos y el sufrimiento de la protagonista.
    Enhorabuena!

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    1. Muchas gracias Mr M. ¡Cuanto tiempo sin saber de ti! Es cierto que yo me tiré una buena temporada sin escribir, pero tú me superas. ¿Tienes otro blog? Un abrazo!

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    2. Mucho tiempo, verdad? Pues no, no tengo otro blog, tengo un trabajo que me que me roba demasiado tiempo. Pero aquí estoy, tratando de volver poco a poco y tener pronto nuevas cosas que ofrecer en el blog.
      Otro abrazo para ti.

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