De un trago,
Carmela se bebió un tercio de su Eristoff Black. Estaba borracha. Era un sábado
por la noche y estaba muy muy borracha.
Su intención
no fue nunca terminar así. El alcohol debía haber sido un pequeño empujón; nada
más. Se había puesto su vestido negro nuevo, ese por el que pagó un poco más de
lo que siendo razonable se podía permitir. Se había maquillado siguiendo los
consejos de una blogger profesional, con un resultado, desde su punto de vista,
difícil de mejorar. Se había mentalizado de que estaba guapa y de que, ¿por qué
no?, aquella iba a ser una buena noche.
Se encerró
en el baño y, después de mear por cuarta o quinta vez, rompió a llorar delante
del espejo que reflejaba el fracaso más absoluto. Se le corrió el rímel y
aunque se aplicó unas toallitas casi milagrosas, cuando salió otra vez a la
acción se notaba algo raro alrededor de sus ojos.
Allí estaba,
en la pista de baile, o mejor dicho, en el escaparate donde ella y las amigas
se movían y se dejaban ver hasta que un tío o un grupito de tíos se les
acercasen como moscas a la mierda para ver si conseguían algo.
Después de
una hora y media sin detener sus pies, el resultado era el conocido: triste y
borracha como una cuba, mientras alguna de sus amigas sí había conseguido ligar
y, las que no, o tenían un novio al que verían a terminar la noche o parecía no
importarles acabar solas porque, al fin y al cabo, ¿qué más daba una noche sin
ligar si lo habían hecho lo anterior o lo harían la siguiente?
Pero no era
el caso de Carmela. Carmela no ligó el finde anterior ni el anterior ni... sabe
dios cual había ido el último, y no llevaba trazas de hacerlo hasta que el
infierno se helase.
El motivo
era sencillo. Carmela era buena persona. Amable y generosa hasta el empalago.
Sería una novia complaciente y entregada; la nuera que toda madre desea.
Un encanto
de chavala.
Pero todo
eso no sirve de nada cuando pesas quince quilos de más, cuando tu cara no es
del todo agradable, tus piernas parecen un embudo y ni siquiera las tetas van
acorde con el restante exceso de masa. Le gustó mucho el dulce durante la
adolescencia y nunca fue ella de hacer deporte, y ahora era demasiado tarde
para cambiar. Las dietas exprés de nada valían. Ella nunca sería Bar Refaeli o
Sara Carbonero. Di Caprio o Casillas jamás se fijarían en la buena de Carmela.
Pertrechada
con otro Eristoff Black, se movió ridículamente y trató de ser una más del
grupo, aunque ella jamás sería una más.
Nunca las miradas de uno de esos chicos irían dirigidas a Carmela.
Por eso
bebió rápidamente. Era beber o pensar. Y si pensaba lloraba. Y estaba hasta el
coño de llorar.
Además la
bebida era su última esperanza. La esperanza para bajar el listón y aceptar ser
follada por un chico horrible y desesperado como ella. Si el príncipe azul no
aparecía —y no tenía por qué aparecer jamás—, al menos podría encontrar el amor
de la forma a la que aspiraba una gorda fea y sin morbo: follando con
cualquiera en cualquier pisucho o en cualquier portal o en cualquier coche y
después si te he visto no me acuerdo. Y quizá mejor no haberte visto.
Tan, tan real que me ha conmovido. Y no sólo por lo real, sino también por el tema en sí. Siempre me ha molestado, y cada vez más, la forma en la que las personas deshechan a otras personas por su aspecto físico. Y habrá quien diga que soy hipócrita, que seguro que yo, al final, no me iría con alguien como Carmela. Y puede que no... o puede que sí. Todo depende de la persona y la persona no sólo es el físico. He estado con figurines cuya conversación al día siguiente producía naúseas, amén de que su egocentrismo no hacía que el sexo fuese precisamente generoso. Y también he estado con lo que algunos definirían como "bichos" y puedo decir que algunas de las mejores cosas que me han hecho me las han hecho esos bichos. Total, que hayá cada cual. Lo siento por la pobre Carmela.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato, tío. Muy bien redactado y muy bien explicados los sentimientos y el sufrimiento de la protagonista.
Enhorabuena!
Muchas gracias Mr M. ¡Cuanto tiempo sin saber de ti! Es cierto que yo me tiré una buena temporada sin escribir, pero tú me superas. ¿Tienes otro blog? Un abrazo!
EliminarMucho tiempo, verdad? Pues no, no tengo otro blog, tengo un trabajo que me que me roba demasiado tiempo. Pero aquí estoy, tratando de volver poco a poco y tener pronto nuevas cosas que ofrecer en el blog.
EliminarOtro abrazo para ti.