Todavía
no tenían preparada mi habitación y tuve que esperar en la cafetería. La
recepcionista había guardado mi maleta en una especie de consigna y antes de
entregársela había extraído la mochila con los apuntes.
Así
que allí estaba, en el altillo de la cafetería, esperando mientras me hacía
efecto el café y comprobaba cómo el canal 24 horas puede ser desesperante hasta
la tortura si tienes que escucharlo durante un buen rato, repitiendo las
noticias una y otra vez.
Estudié;
no demasiado concentrado: la tele, los coches aparcando, la lluvia ligera, los
clientes… pero sobre todo una conversación entre dos tipos sentado unas cuantas
mesas a mis espaldas. Dos comerciales de telefonía móvil y sus negocios. Como
buenos españoles, no hablaban con discreción y era inevitable escucharlos.
Durante la primera hora o así uno tenía cosas que decir:
—Yo
trabajo sobre todo Orange empresas, porque particulares es una mierda… y por
cada línea es un 10% que me llevo. Este mes mira… sólo en (Empresa X) fueron 25
líneas, a tanto cada una, echa la cuenta.
—Sí,
lo llevamos mi socio, su mujer y yo. Y la forma que tenemos de trabajar es a
través de amigos. De hecho la mayoría de clientes son empresas de amigos o de
conocidos, ¿sabes? O sea que por ahí nos van a ser fieles y no tenemos
problema.
—Esta
mañana por ejemplo tengo que ir a (Sitio X) y están medio apalabradas diez
líneas.
—Claro
que si tú y yo trabajamos juntos la cosa se puede multiplicar. Es sota,
caballo, rey. Trabajaríamos para vosotros y os llevaríais una parte de lo
nuestro, a cambio de vuestra cartera de clientes…
Cada
vez que éste sacaba sus verdaderas intenciones el otro le ponía los puntos
sobre las íes hasta que tomó la palabra definitivamente:
—Vamos
a ver, por muy amigos que seáis el día de mañana a ti –y tanto a ti como a mi,
ojo–, Orange te manda a la mierda y pone a otros más baratos.
—Con
vuestra forma de trabajar el problema es que no sales de ahí… no entiendo qué
podría sacar yo de todo esto.
—Nosotros
llevamos el 20% de The Phone House a nivel europeo, ¡el 20%! Y te aseguro que
ahí se mueve pasta de verdad.
—Lo
que puedo ofrecerte es que lleves esta zona y ya veríamos el porcentaje…
Y
más cosas que no me acuerdo.
Cuando
se largaron se me había pasado hacía rato el efecto del café y sólo pude
decirme a mí mismo:
—Desde
luego la vida sí que es una puta mierda.
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