20 oct 2013

Rutina

Cada noche se sentaba en un parque y veía la vida pasar.
La gente llegaba del trabajo y corría a sus casas a refugiarse. Caminaban como máquinas hacia su destino escondido al otro lado del portal. Mañana sería otro día igual.
Muchos otros paseaban a sus perros. Alguno de esos animales se acercaba a olerle y le movía el rabo, sin tomarse demasiadas confianzas porque el dueño vigilaba con recelo a escasos metros. También para los perros mañana sería otro día igual.
¿Dónde está dios?, se preguntaba. ¿Es esto todo lo que ha creado? ¿Esto es lo que ha dispuesto para nosotros?
Al tratar de responderse sólo lograba ponerse nervioso. Fumaba y se mordía las uñas pero no se le deshacía el nudo del estómago. Notaba cómo los edificios se le venían encima y cómo el cielo se encogía hasta aplastarle. Era asfixiante.
Dejó que unas lágrimas mojasen el trozo de banco entre sus piernas abiertas. Permaneció largas horas sin encontrar una respuesta. También para él mañana sería otro día exactamente igual.

1 comentario:

  1. Alguien le va a ayudar. Ese día será distinto para los dos y los hará mejores a ambos. Y no será Dios quien lo haga Alex.

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