1 ene 2012

¿Eras tú?

Fue aquí mismo, en mi escritorio. Uno de esos momentos felices del día –aunque no tanto como la visita al trono–. Siento el cosquilleo, cada vez más intenso. «Va a ser fuerte», me digo. Que viene, que viene… Echo la cabeza a un lado. Por supuesto, no pongo la mano. Para algo estoy en mi casa.
Y ¡bum! Estornudo que te crió. Me quedo como dios. Entonces me percato de que no ha sido sólo aire y partículas microscópicas. Ha habido meteorito. Lo noté salir. Miro la pared, donde todavía se entrevén lamparones de cataclismos anteriores, imposibles de limpiar del todo. Allí está el meteoro. Me acerco a analizarlo y ¿cuál es mi sorpresa? Es rojo, rojísimo. Un bólido de sangre aplastado entre el gotelé. No tenía catarro, ni flemas, ni me dolía nada. Estaba cojonudo, no tenía sentido aquella sangre. Por eso pregunto: muerte, ¿eras tú?
Me explico. Hace unos meses, en una serie muy mala, vi que una tía bastante guapa tosía sangre y el médico le decía que podía tratarse de una enfermedad grave. Incluso podía diñarla.
Y ahí entras tú. Quizá fue una señal. Una llamada a mis puertas. Por eso debo decirte varias cosas.
Primero, gracias por venir. Siempre serás bienvenida en mi vida (¿puedo usar la palabra «vida» cuando hablo de ti?). El caso, que ya sabes que me pones bastante. Coincide además que aquellos días, cuando el meteorito, estaba terminándome Pulp, de Bukowski, donde apareces tú encarnada en una tía buena, y eso, claro, me motiva más.
Segundo, me ha decepcionado un poco tu manera de manifestarte. Un moco rojo… No sé, esperaba algo más espectacular: un tren que casi me atropella, un coche que invade mi carril y al que esquivo en el último instante, un golden retriever asesino que me echa la boca cuando le doy de comer. Pero, un moco rojo… es como que soy muy poquita cosa, ¿no? ¿De verdad piensas eso, que soy muy poca cosa? Manifiéstate por favor.
Tercero, que seas más clara. Igual si me aseguras que me andas rondando finiquito un par de temas pendientes. Hay cosas que me dejaría resolver antes de espicharla, ¿me comprendes? Sitios a los que ir, gente a la que insultar, todo eso… Me pondría a ello encantado, pero necesito saber que no ha sido una falsa alarma.
Cuarto, y esto es un favor que te pido. Que si tienes pensado venir, a ver si es posible que me regales una gran figura tuya, donde aparezcas majestuosa, con tus huesos, tu túnica, tu guadaña. Vamos, todo el equipo. Que acojones bien. A mí me encantaría que fueses lo primero que veo al despertarme. A alguno y alguna que yo me sé le haría mucha gracia encontrarse la muerte en mi cuarto.
Nada más. Sólo quería que supieras que te he catado. En forma de moco rojo, pero te he catado. Si vamos a vernos, será cuando tú decidas. Yo no tengo ni voz ni voto. No soy tú. Qué suerte tienes.

1 comentario:

  1. Me gusta el tono un tanto ácido y sarcástico; el "tutear a la muerte" dejando entrever el miedo que acecha simplemente con imaginar sus fonemas

    ResponderEliminar