13 feb 2012

Los porqués del escritor

No es un tipo común. Tampoco todo lo peculiar que él quisiera. Se ve diferente, incluso extraordinario, pero luego lo piensa y no es para tanto. Es más un deseo que un hecho esa diferencia.
La gente sabe de su afición a la escritura. Una vocación arraigada en su infancia y que se le conoce desde que se le conoce a él mismo. Siempre con sus relatos y sus frustrados intentos de libro. Hay quien proclama que sólo quiere llamar la atención: con una carta a la chica elegida o utilizando palabras encriptadas que sólo quienes él quiere entienden.
También se dice que escribir es su vía de escape, un intento de evadirse de una realidad que detesta y rechaza. En su catarsis encuentra las satisfacciones que le niega el mundo real. Sin embargo ha de volver a esa realidad, pues no vive de eso que llama su vida. Demasiado bueno sería, tanto que ni tiene derecho a imaginárselo.
Puede que no sepa hacer otra cosa. No le importa. Con eso le basta para tener algo de lo que tirar. De hecho, cuando se le conoce uno se da cuenta de cuán necesario es para él. Tanto que no cabe en una imaginación y una descripción como esta. Por su vida ha pasado la amistad, el amor, dichas y desventuras, volátilmente, con un principio y un final, como un capítulo que se abre y se cierra y nada tiene que ver con el siguiente. Pero escribir se mantiene; dando a su vida un sentido de fondo que nada puede suplir.
¿Qué más da de qué escribir? Parece que lo único importante es hacerlo, y dejarse llevar, y pensar en lo siguiente, y planificarlo, y ponerse a ello, y corregirlo, y… Es difícil de comprender. Habría que estar en su pellejo para lograrlo.

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