20 abr 2013

El secreto de Corea

Kim Jong-un movía nerviosamente la mano derecha sobre el ratón, mientras con la izquierda se acariciaba el escroto por debajo del batín.
—Así es como si me la estuviera tocando otra –pensó.
A Kim le ponían muy nervioso las partidas de póker on-line. Llevaba eliminados a decenas de surcoreanos y algún que otro japonés pero los americanos eran duros de roer.
—Siempre tocando los cojones ­–murmuró.
Aunque él dominaba la mesa, Obama le andaba cerca y su careto de negro sonriente junto a sus cartas ocultas y sus apuestas y su montón de fichas resultaba bastante intimidatorio.
—Te crees que la tienes muy grande, ¿verdad?
El coreano se la agitó un poco para que le creciera y elevase su ego. Ya había llamado personalmente al ejército para que estuvieran al loro, que si el negro se porta mal me lo cargo. Claro que Obama, al ver que Kim eliminaba aliados había enviado bombarderos a darse un garbeo por las coreas no vaya a ser el demonio.
—Escalera. Te voy a joder, occidental.
Obama había subido la apuesta pero Kim estaba erecto y eso que había dejado de tocarse. Tenía una jugada ganadora pero por si acaso le había pegado un toque a los de los misiles:
—Preparaos para atacar.
En Corea del Sur hablaban de provocación. Todo porque no sabéis perder, pensaba Kim. En la ONU y en Europa y en Rusia y en China pedían calma. Todos sois unos perdedores. El mundo entero presagiaba el desastre. Obama echó el resto. All-in. Entonces Kim Jong-un se desnudó ante la pantalla y se retocó el pelo engominado:
—Te tengo pillado, negro.
Se levantaron las cartas. Kim Jong-un, escalera al rey. Obama, color. Un puto color de tréboles con las dos últimas cartas.
—Imposible –Kim se puso muy nervioso–. Trampa, sin duda. ¡Una nueva ofensa de occidente!
Cogió el teléfono para dar el ok pero colgó enseguida. Todavía no daba crédito y golpeó el teclado contra la pantalla. Enseguida perdió las pocas fichas que le quedaban.
—Hasta aquí –dijo, ardiendo de rabia.
Volvió a descolgar el teléfono. Ordenó que aguardasen unos minutos y recibirían la orden.
Antes Kim Jong-un se fue a cagar y sentado en la taza del váter se hizo una paja.

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