Kim Jong-un movía nerviosamente la
mano derecha sobre el ratón, mientras con la izquierda se acariciaba el escroto
por debajo del batín.
—Así es como si me la estuviera
tocando otra –pensó.
A Kim le ponían muy nervioso las
partidas de póker on-line. Llevaba eliminados a decenas de surcoreanos y algún
que otro japonés pero los americanos eran duros de roer.
—Siempre tocando los cojones –murmuró.
Aunque él dominaba la mesa, Obama le
andaba cerca y su careto de negro sonriente junto a sus cartas ocultas y sus
apuestas y su montón de fichas resultaba bastante intimidatorio.
—Te crees que la tienes muy grande,
¿verdad?
El coreano se la agitó un poco para
que le creciera y elevase su ego. Ya había llamado personalmente al ejército
para que estuvieran al loro, que si el
negro se porta mal me lo cargo. Claro que Obama, al ver que Kim eliminaba
aliados había enviado bombarderos a darse un garbeo por las coreas no vaya a ser el demonio.
—Escalera. Te voy a joder, occidental.
Obama había subido la apuesta pero Kim
estaba erecto y eso que había dejado de tocarse. Tenía una jugada ganadora pero
por si acaso le había pegado un toque a los de los misiles:
—Preparaos para atacar.
En Corea del Sur hablaban de
provocación. Todo porque no sabéis perder,
pensaba Kim. En la ONU y en Europa y en Rusia y en China pedían calma. Todos sois unos perdedores. El mundo
entero presagiaba el desastre. Obama echó el resto. All-in. Entonces Kim Jong-un se desnudó ante la pantalla y se
retocó el pelo engominado:
—Te tengo pillado, negro.
Se levantaron las cartas. Kim Jong-un,
escalera al rey. Obama, color. Un puto color de tréboles con las dos últimas
cartas.
—Imposible –Kim se puso muy nervioso–.
Trampa, sin duda. ¡Una nueva ofensa de occidente!
Cogió el teléfono para dar el ok pero
colgó enseguida. Todavía no daba crédito y golpeó el teclado contra la
pantalla. Enseguida perdió las pocas fichas que le quedaban.
—Hasta aquí –dijo, ardiendo de rabia.
Volvió a descolgar el teléfono. Ordenó
que aguardasen unos minutos y recibirían la orden.
Antes Kim Jong-un se fue a cagar y
sentado en la taza del váter se hizo una paja.
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