Padre e hijo bajaban la basura a diario. Se sucedían
las explicaciones del padre ante los contenedores:
—La botella de vino en el que es como un iglú.
—Lo de la papelera del escritorio en ese, el de la
boca ancha.
—Quita los plásticos. Ah, y las latas. ¿Sabes a cual
van, verdad? Justo. Al amarillo.
—¿Y el resto qué es? Comida y porquería, ¿no? Pues
al que queda, al verde oscuro.
—Listo. Vamos a cenar.
Cuatro años después padre e hijo bajaban a la basura a diario. También había
explicaciones ante los contenedores:
—Busca primero en el verde oscuro. Ahí suele estar
lo mejor.
—Mira bien el amarillo. La gente tira de todo en
ese.
—Prueba en el de la boca ancha. ¿Quién sabe? La
gente es muy cerda.
—Listo. ¿Nos llegará para cenar?
joder que duro
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