9 mar 2014

Abducido

Como tantas otras tardes de mierda, estaba ante la pantalla de ordenador, estático, inmovilizado, congelado, incapaz de escribir una sola línea con sentido.
Como resulta que lo que tengo es un portátil que por cierto va bastante mal, por no decir que es una puta mierda de aparato, mi cabeza estaba bastante cerca de la pantalla, porque aunque tengo un teclado aparte con el que teclear como dios manda, soy tan retrasado que suelo utilizar el propio teclado del aparatito, con el único objetivo, quizá, de joderme un poco más la vista y quedarme definitivamente cegato.
En un momento dado pulsé el iconito que te minimiza todas las aplicaciones y te muestra el escritorio, y ahí empezó la hecatombe.
Se iluminó el piloto que indica que la CPU está trabajando de lo lindo, cosa poco complicada en tan lamentable aparato, y esperé a que al menos se quedara intermitente para intentar siquiera reabrir una ventana. Pero nada, ahí seguía la CPU muriéndose de esfuerzo. Se escuchaba el ventilador tratando de capear el apocalipsis que debía de estar sufriendo el microprocesador. Entonces la pantalla se puso en negro durante un segundo o dos. Volvió al fondo de escritorio pero sin todos los iconos, que aparecían poco a poco. No había rastro de la barra de tareas, hasta que emergió en blanco y negro, pero en la derecha, en el área de notificaciones, los iconitos se iluminaron y se hicieron el doble de grandes. Algo muy raro. Pero lo más raro vino después. Se me restauró la ventana de internet donde tenía puestos algunos vídeos de los míos, en vista de mi nula inspiración. Estaban en pausa y así siguieron, pero empezaron a aparecérseme pop-ups, uno tras otro, nosecuantas ventanitas emergentes con fotogramas de una tía buena en pelotas, masturbándose o haciéndolo con un maromo al que no se le veía la cara, con un mensaje que ponía haz click para ver más, haz click para ver más. Yo fui cerrando ventanitas pero surgían a un ritmo más rápido que mi velocidad para darle a la crucecita de cerrar. Y en alguna fallaba y pulsaba en medio de la ventanita y se abría el vídeo. Salía la tía follando y gimiendo o unos campos en blanco para registrarme. La locura estaba desatada. La alarma del antivirus había saltado y no paraba de mostrar horrendos mensajes en rojo, con calavera y todo. Escuché más tías gimiendo y gritando y ya había como cuarenta pop-ups abiertos. Era toda una orquesta sinfónica de jadeos. Me estaba empalmando y poniendo muy nervioso a la vez. Pulsé control+alt+supr y en lugar de salir el administrador de tareas el ventilador giró más y más rápido. Olía a quemado. Entonces en la pantalla, en los pocos huecos en las esquinas por los que no había pop-ups  superpuestos, aparecieron unas manchas negras borrosas que se movían hipnóticamente. Noté un tirón en la cabeza hacia adelante. ¡El portátil estaba tratando de abducirme! Hice fuerza hacia atrás pero avanzaba hacia la pantalla centímetro a centímetro. Iba a entrar en el subuniverso de cables y chips y memorias RAM y caché. Iba a estar danzando por el escritorio. Me quemaría en el microprocesador. Me encontraría con todas aquellas putillas de los vídeos. Eso me gustaba. Sí, me gustaba bastante. ¿Cuánto hacía que no...? Avanzaba irremediablemente. Me dolía el cuello. Cansado y seducido por la idea de ser yo el maromo que les daba de lo lindo a aquellas bellezas, liberé tensiones. Se produjo el tirón. ¡Zas! Recorrí en décimas de segundo la poca distancia que me separaba de la pantalla y cerré los ojos. Me di una hostia bárbara. Sonó a cristal roto. El portátil se dobló y el teclado me dio en los dientes. Reboté a mi universo con un importante dolor de frente.
Estaba aturdido cuando recuperé mi posición. Abrí los ojos y miré al frente. Se habían ido las manchas negras y los pop-ups y los mensajes del antivirus y estaba apagado el piloto de la CPU. La pantalla mostraba el escritorio con todas las aplicaciones minimizadas, internet y mis vídeos en pausa incluidos.
Restauré el word, que seguía esperando una palabra decente. Estaba doloroso y jodido por no haber sido real mi encuentro con aquellas musas, pero al menos tenía una puta buena historieta que teclear. Eso sí, utilicé el otro teclado y no el del portátil.   

2 comentarios:

  1. Jajaja... Me he reído un rato, aunque ha habido ciertos momentos en los que la historia se asemejaba más a una de terror, sobre todo cuando hay partes que uno puede identificar como vivencias propias. Me ha gustado lo que has conseguido sacar de una experiencia tan cotidiana como la que narras.

    Un saludo!

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  2. Muy bueno, Alex, Se siente el pánico del protagonista en todo momento, mérito absoluto tuyo como autor. Te felicito.
    ¡Saludos!

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