14 mar 2014

El pobre Luisín

Decía Luisín que no le gustaba nada eso de las redes sociales. Mentía. Llevaba año y medio pagándole a una página de contactos y por fin lo había conseguido. En otros sitios gratuitos todo lo que había logrado era masturbarse después de desconectar y que alguna furcia se riera de él después de darle falsas esperanzas. Ahora estaba metido en algo serio.
Maica era diferente. Habían coincidido en su gusto por la astronomía y fue fácil prolongar las conversaciones hasta altas horas. Luisín se atrevió a dar el paso y enviarle fotos, y aún así Maica no encontró argumentos para negarse a cenar con él.
La cita marchaba. El objetivo de Luisín era no estropearlo todo la primera noche y optar a una segunda, así que se lavó a fondo, se vistió como una persona, se comportó educadamente en la mesa y respondía con sonrisas y fáciles comentarios a las intervenciones de Maica:
—Sí, sí, es así como tú dices.
—A mí una vez me pasó exactamente lo mismo.
—No, yo tampoco creo que sea para tanto.
—Está claro que hay gente para todo, pero en fin...
—Sí, a mí es algo que también me gustaría hacer algún día.
Cosas de ese estilo decía.
Maica era guapa e interesante. Llevaba un discreto traje, ni atrevido ni tapado, ni caro ni barato. Hablaba y sonreía con sinceridad. Parecía educada y con aspiraciones en la vida. Era más de lo que Luisín hubiera jurado que alcanzaría algún día. Le gustaba mucho.
Pagaron a medias y se tomaron el postre en una terraza cercana. Se veían bien las estrellas y fue fácil prolongar la conversación. Estuvieron allí hasta que Maica aseguró que tenía frío y quizá deberían marcharse, algo con lo que Luisín no podía estar más de acuerdo.
La acompañó hasta su coche. Antes de que él pudiera decir nada, ella le dijo que esperaba hablar con él el día siguiente a través de la red social. Se dieron dos besos y cada uno tomó su camino.
Fue la mejor noche en la vida de Luisín, que estaba impaciente por que llegase el día siguiente para volver a saber de Maica. Tras un rato de conversaciones intermitentes y más bien triviales, él sacó el tema de verse de nuevo, convencido de que había sido una bonita experiencia que valía la pena repetir. Ella aseguró que sí, que ya fijarían la fecha, pero los días pasaron y la fecha nunca se concretaba, y la ilusión de Luisín tornó en desesperación y después en obsesión. A sus preguntas directas recibía evasivas por respuesta. A sus largos comentarios escuetas réplicas.
Finalmente no hubo una segunda cita. Las conversaciones fueron cada vez más frías y esporádicas hasta que Maica desapareció de la red social y Luisín no volvió a saber de ella.
Ahí se acabó lo más parecido a una historia de amor en la vida de nuestro héroe. Jamás supo por qué no funcionó: ya sabía que era feo, gordito, desaliñado y levemente antisocial, pero juraría que habían encajado.
Ahora sólo le quedaba acrecentar su ira hacia el sexo femenino y, por prolongación, hacia la raza humana en general, para convertirse quizá en un asesino que entra en una sala de cine con un fusil y dispara aleatoriamente. También le quedaba su soledad, su depresión permanente y, por supuesto, la masturbación.

4 comentarios:

  1. No podrías haberle puesto mejor título al relato. Pobre Luisín, te juro que he llegado a sentir lástima por él. Me ha gustado mucho el relato, entre otras cosas, porque ilustra muy bien una idea que siempre he defendido y que muchos me critican. Yo no estoy en contra de la prostitución y, por ello, soy un bestia para algunos. Fíjate lo que me preocupa, pero que no me vengan con frases de anuncio del tipo "un hombre de verdad no tiene que pagar". Que se lo digan a Luisín y tantos otros como él.

    Una pregunta, ¿puedo enlazar este relato con mi Facebook?

    Un saludo.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Muchas gracias Mr. M por perder tu tiempo leyendo y comentando.

      Por supuesto que puedes enlazar este relato o cualquier otro en tu facebook. Será un honor.

      ¡Saludos!

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  2. Una historia que cada día puede ser más habitual, debido al avance de la redes sociales sobre nuestras vidas de manera insaciable. Me gustó mucho, impecable su redacción.
    ¡Saludos!

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