13 abr 2014

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No me creo más guay por eso pero bien sabe dios que veo poco la tele. Me considero una especie de telespectador social, es decir, que veo la tele para hacer compañía a quien haya que acompañar con el canal que el acompañante decida. El tiempo justo para que no se pueda decir que me he largado sin haber hecho acto de presencia.
Tampoco soy un radioadicto. Lo que pasa es que me tiro bastantes horas en la habitación y en el coche, y los cedés los tengo bastante aburridos, así que alterno entre rock fm y los programas de tertulia-opinión que se supone te ponen al día de lo que pasa en el mundo. En realidad escucho estos programas a la espera de una rajada monumental o un comentario ingenioso. Poco me importan las noticias en sí. Espíritu de periodista, quizá.
Pero si fuese un tipo malhumorado, un tipo de bien, un tipo corriente, un telespectador o un oyente al uso, me cagaría en satán y en los clavos de cristo y en todas las columnas del firmamento por culpa de la intolerable cantidad de anuncios que ponen en uno y otro medio.
No sé a qué se debe. Puede que ahora que la programación es una mierda y las audiencias han caído los anunciantes paguen una miseria, que paguen una miseria porque no tienen un puto duro o que los accionistas de los medios se estén forrando a costa de tocar las narices de su público. No lo sé y me da igual. Lo que no me da igual es saberme el momento exacto en que uno tiene que cambiar de canal o de emisora porque empieza una tirada de cinco, diez, quince o ¡veinte!, sí, veinte minutos de publicidad. Comprobadlo en xplora entre las 15,50 h. y las 16,10 h.
Total, que si ya tengo poco interés así menos aún.
Aunque en el fondo tengo que estar agradecido. Sí, agradecido, porque gracias a la publicidad me he dado cuenta de la cantidad de cosas que se pueden hacer prescindiendo de la tele y de la radio. Sí, quizá me he equivocado, quizá he prejuzgado injustamente a esos benditos anunciantes y a esos maravillosos directivos de las grandes cadenas. Quizá su única intención sea generar artistas. Puede que conmigo lo consigan porque es empezar la publicidad y, si estoy en el coche, imaginarme buenas historias y, si estoy en casa, escaparme rápidamente al ordenador a escribirlas.
Gracias. Gracias de verdad. Perdonad si antes os he ofendido. Si me permitís cuando me independice no tendré ni tele ni radio. Gracias.

1 comentario:

  1. Plas! Plas! Plas!... Eso son aplausos.
    No puedo estar más de acuerdo contigo. Como si no hubiese ya bastante mierda en la tele, para colmo ponen al límite nuestros niveles de aguante con toneladas de publicidad. ¿Qué quieres que te diga? Creo que hay demasiadas cosas que hacer en la vida como para malgastarla en bloques publicitarios en los que te da tiempo a prepararte una cena rápida, disfrutar de un buen disco, leer un par de capítulos de tu libro favorito o echar un polvo de esos de "aquí te pillo, aquí te mato". En mi caso, no podría prescindir del televisor (que no de la televisión) pues el reproductor dvd lo tengo gastado de tantas pelis que me trago, pero vamos, ahora que van a cerrar varios canales no seré yo uno de los que los eche de menos.
    Hay otro detalle que me molesta sobremanera de la publicidad. ¿Te has dado cuenta la forma en la que el volumen sube cada vez que empiezan los anuncios?
    En fin, esto es lo que hay. Lo que me da pena es que no sean más los que se planten y encuentren otras alternativas de ocio en la vida. No estoy diciendo que haya que dejar de ver la tele, es una opción como otra cualquiera, pero es que hay gente que no hace otra cosa y, claro, así nos va, que la caja tonta hace mucho que dejó de serlo, para convertirnos a nosotros en los lerdos que tragan con lo que sea con tal de no hacer el esfuerzo de pensar.

    Un saludo!

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