Familiares y amigos
lloraban su pérdida:
—Siempre se van los
mejores.
—Con toda una vida por
delante...
—No podía haber mejor
persona.
—Era atento y siempre
tenía una sonrisa en la cara.
Pero también clamaban
justicia cuando se manifestaban en los medios. El cuerpo de Diego Calvete había
aparecido apuñalado junto al portal de su humilde piso de las afueras:
—¡Qué muerte tan
terrible! ¡Asesinos!
—No pararemos hasta
que se haga justicia.
—Nadie tenía motivos
para hacer esta barbaridad.
—Quien lo haya hecho
así se pudra en la cárcel.
Diego se marchaba
dejando una viuda embarazada, veinte años de letras de hipoteca y un negocio
que se pondría a la venta por un mísero precio.
Sólo a un alma tan emprendedora
como ingenua se le pudo ocurrir abrir una gasolinera bien situada a la entrada
de la autopista, ponerle de nombre Calvete S.L. en honor a su abuelo que las
había pasado putas en Argentina, y esperar que todo le fuera bien cuando
decidió ir por libre y rechazar las
llamadas de la competencia para pactar precios. Había que ser un tonto suicida
para ponerse a despachar diesel y sin plomo entre treinta y cuarenta céntimos
el litro más barato que las demás, renunciando a parte del beneficio a cambio
de que hileras de coches parasen allí a repostar, asegurando que a él le era
suficiente con ganar lo que ganaba y que allá las demás gasolineras si ponían
el precio por las nubes.
Por eso en el fondo no
debió de extrañarse cuando aquel sicario apareció tras la esquina del edificio,
portando una afilada hoja de acero y susurrándole que se había pasado de listo
metiendo sus narices donde no le llamaban mientras hundía el puñal en su
estómago.
Allí arriba, en el
cielo, Diego Calvete tendrá tiempo para pensar en sus errores. Alguien le
explicará que así es el libre mercado. O que la sociedad no está preparada para
el libre mercado. O que no hay libertad por ningún sitio. ¿Quién sabe?
¡Esa! La última frase es la gran verdad. Creemos que somos libres y es una mentira. Tan sólo somos libres de elegir cómo queremos vivir el cautiverio que se nos ha impuesto sin ni siquiera nosotros darnos cuenta. Muy buen texto!
ResponderEliminarUn saludo.