8 may 2014

El superhéroe cansado

El Superhombre descansaba un su sillón de la azotea cuando recibió la llamada de la policía:
—Superhombre. Un atraco en la sede del Banco Central. Cuarenta rehenes entre empleados y trabajadores.
—Lo siento, Capi —Capi era el jefe de policía—. Creo que no iré.
—No recurriríamos a ti si no fuera una situación desesperada, Superhombre.
—Lo sé, Capi.
—Entonces contamos contigo. Son delincuentes muy peligrosos.
—Te entiendo.
Pero el Superhombre lo tenía decidido. No iría en ayuda de nadie. Ni en ese atraco ni en ninguna otra situación. Dio una larga calada a su cigarrillo.
—Hay mujeres y niños a punta de pistola, Superhombre. Mujeres y niños inocentes.
Al Superhombre se le encogió el alma pero recapacitó antes de cambiar de opinión:
—Pues ojalá salgan de esta.
—¿Pero qué te pasa? ¡Esos niños están esperándote! ¡Esperan a su héroe!
—Pueden esperar tranquilos, Capi.
—¿Qué te ha sucedido, Superhombre? ¿Desde cuándo no quieres colaborar? Sabes que te pagaremos todo lo que pidas. Los ciudadanos harán donativos.
—No es una cuestión de dinero y lo sabes.
—¿Entonces qué es?
—Estoy cansado, Capi.
—¿Cansado? ¡Cansado! ¿Desde cuándo un superhéroe se cansa?
—Desde hoy, Capi.
—Entonces si hay algún muerto pesará sobre tu conciencia.
Capi colgó.
El Superhombre llevaba semanas y meses pensándoselo. Después de años evitando atentados, solucionando atracos, liberando secuestrados y salvando a las víctimas de sus asesinos, sus días como superhéroe tocaban a su fin.
Se desabrochó la capa y se levantó, observando la ciudad desde la azotea. Oía coches, ruidos. Veía edificios, contaminación. Imaginaba gente. Gente que se odiaba y que vivía para el dinero. Gente mala y no esos ladrones y asesinos y violadores. Gente de a pie. Gente que había convertido aquella en una sociedad despreciable, carente de valores, de todo aquello que uno se imagina cuando piensa en un mundo decente. Una sociedad indigna de cualquier ayuda. Indigna de ser rescatada.
Por eso lo dejaba.
Suspiró y regresó a su tumbona. Allí se terminó su cigarrillo y empezó su vida de superhéroe cansado.

4 comentarios:

  1. Genial! Me ha encantado. Muy buena forma de exponer tu idea, la de esa sociedad corrompida desde las altas esferas hasta sus niveles más bajos. La exposición ha sido graciosa, pero esconde una gran verdad.
    Felicidades!

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    1. Pues a mí releyéndolo no es de los que crea que mejor me ha quedado, pero ¡muchas gracias!

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  2. Muy bueno, Alex. Muy fluidos los diálogos, lo que hace ágil la lectura, genial.
    Creo que es de lo mejor que he leído de tu autoría.
    ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias Juan. A mí el diálogo creo que no me quedó muy logrado, pero agradezco que aún así lo valores.

      Un saludo.

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