30 sept 2014

La odiaba

No sé cómo llegué a ese punto, pero la odiaba. Me repateaba la idea de verla o escucharla. Ni una imagen. Ni una voz. Nada, por favor, nada. No quería tener noticias de ella salvo que se había largado y me había dejado en paz. Fuera, adiós, bye-bye, que te den; era mi único y verdadero deseo.
Todo había empezado muy bien. Mucho amor. Pasión. Toda una relación entre dos personas maduras. Y de repente te levantas deseando morirte o, en defecto de tu muerte, la muerte de ella. ¿Cómo puede suceder eso?, me pregunto.
También me pregunto cómo, después de todo, puedo ser tan gilipollas que termino casándome con ella y dejándola preñada, y mi asco por la vida ya no puede ser mayor, pero eso por favor no se lo digáis a nadie.

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