10 nov 2011

El fantasma y el soso

Se bajaron del taxi el fantasma y el soso. Echaron a andar, agarrándose el uno al otro, luchando por mantener la verticalidad.
–Joder, tío. Menuda cogorza –dijo el soso.
–Ya te digo, casi le vomito al taxista –respondió el fantasma.
–Igual nos hemos pasao.
–Yo no quería irme, aguantaba aún más.
–Pero si ni siquiera te aguantas de pie, ¿ves?
El soso apretó el brazo del fantasma, que por un momento había perdido el equilibrio.
–¿Dónde está mi casa? –preguntó el fantasma.
–Creo que por allí, ¡vamos!  
–Tu problema… tu problema, es que eres muy correcto.
–¿A qué viene eso?
–Aquellas tías. Teníamos que haber ido con ellas.
–¡Pero si pasaron de nosotros!
–Habrán pasado de ti. Mira cómo bailaron conmigo…
El fantasma simuló unos pasos de baile que por poco le valieron una caída. El soso tiró de él y le obligó a seguir caminando.
–Teníamos que haber ido con ellas. Yo le gustaba a una.
–¡Pero si iba peor que tú!
–Pues me ha dado su número. Mira.
El fantasma sacó su teléfono e intentó teclear algo. Desistió enseguida.
–El caso, que estaba en el bote –concluyó.
–Seguro que ni te acuerdas de su nombre.
–¿Y eso qué importa? Y te digo más. Tú tenías que bailar también. Había tías de sobra.
–¿Yo bailar? Ni loco.
–Ni loco, ni loco. Siempre igual. Tienes que desinhibirte un poco.
–No hubiera valido de nada.
–Joder. Parece que te dan asco las tías, ¿eres gay o algo así?
Miró el soso fijamente al fantasma. Parecía incrédulo por la pregunta.
–Gilipollas.
–Insúltame, pero va siendo hora de que conozcas a alguna tía.
–Cuanto más las conozco, más machista soy.
–¡Bien dicho! Si te sirve de consuelo, yo ya era machista. Un consejo. Tú aprovéchate. Que se jodan.
–Si fuera tan fácil....
–Eres un sentimental. Pasa de los sentimientos. Sentir es de gays y de tías.
–Qué fácil lo ves. A veces me gustaría ser como tú.
–¿Y cómo soy yo?
–A veces me gustaría ser un poco fantasma.
Llegaron a la esquina donde sus caminos se dividían. Entonces el fantasma adquirió un gesto serio, mantuvo el equilibrio, y sacudiendo el dedo índice a la altura de su nariz dijo su última frase antes de desaparecer:
–¿Sabes una cosa? Muchas veces a mí también me gustaría ser un poco más soso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario